Hoy abro mi cuenta de Twitter y me encuentro con que otros melancólicos del pasado hacen referencia a una importante efeméride del mundo infantil:
Eso fue un 4 de marzo de 1978, un sábado a las 3:30 de la tarde, después de que Mariano Medina, con su batuta, hubiera dado el parte meteorológico en el telediario. Los buenos de @YofuiaEGB ,de los que soy rendido admirador, han dado en el clavo al decir que pocos dibujos animados nos han marcado tanto. En mi caso incluso llegué a hacer un blog cuyo título es una de las frases más conocidas de la serie. Fíjate tú.
Y es que Mazinger molaba y sigue molando, con esos colores y ese rostro frío, imperturbable y de ojos amarillos. Aunque bueno, eso de los colores es relativo: en aquella España de 1978, los televisores en color eran prohibitivos pero eso no era inconveniente para disfrutar de la escasa oferta infantil. Entonces sólo teníamos dos canales, TVE1 yTVE-2, más conocida por los varones de la casa como el UHF. Los programas y las series no se reponían, o no lo hacían hasta muchos años después. Así, Mazinger Z perduró en nuestras mentes infantiles idealizado como un coloso inigualable en calidad y emoción. A menos así fue para mí hasta septiembre de 2006, cuando me instalé en casa internet y lo primero que me bajé por el emule fue el capítulo 1 de Mazinger Z, para evocar la ilusión de tantos años atrás. Y ahí empezó la decepción, amigos.
Digo decepción porque si bien el diseño sigue pareciéndome estupendo, los argumentos de cada capítulo son incongruentes y repetitivos, como los de los Power Rangers. Veamos: la historia empieza cuando un científico japonés, el doctor Juzo Kabuto, confía su secreto a su nieto, un indolente muchacho, motero y de poco fiar. Para que nos hagamos una idea, El Torete, que en esa época estaba muy de moda. Primer error, don Juzo: ¿cómo se le ocurre dejar su legado a un perillán sin oficio ni beneficio? ¿no se da cuenta de que el robot, de última tecnología, es bastante caro y que tal vez, y sólo tal vez, alguien de su equipo esté más cualificado para pilotar la máquina? No sé, un físico, un aviador, alguien con la ESO/ EGB acabada?

Algunas personas nacen con un pan bajo el brazo y otros sobre el cráneo
Pues nada, oye. Tras un ataque del que va a ser enemigo en cada episodio, el abuelito muere, pero no sin antes decirle a su nieto, Koji Kabuto, que el robot está a su disposición y que hay que salvar el mundo desde el país del sol naciente. Música triste de violines y fundido con el monte Fujiyama de fondo. La pena le dura poco al chaval, porque después de gritar ¡Nooooo! y fingir dolor con temblores, se va a buscar a Mazinger, se monta en él y hala, a destrozar bosques de coníferas. Más o menos.
La némesis del centro de investigación robótica será el doctor Infierno,un anciano con un humor de perros que no asume su edad y que viste un traje de superhéroe. Además tiene la cara azul o morada, claro síntoma de cianosis. Su objetivo, su obsesión, es acabar con el robot para conquistar la Tierra. Que digo yo, vale, domina el mundo, pero no lo hagas construyendo robots, que Mazinger te los acaba destruyendo siempre. No sé, inventa el reggaetton o diseña el Fiat Multipla, algo que de verdad nos joda.
Cuando eres pequeño no te lo planteas, pero cuando ya peinas canas te asaltan a la mente preguntas como ¿por qué el doctor Infierno iba siempre con guantes? ¿siempre hay que estar sentado en un trono con computadoras luminosas detrás? ¿por que tienes un lugarteniente andrógino? ¿de dónde sacas la pasta para hacer los robots? Que eso además de caro, requiere de infraestructura: un herrero, electricistas que ponen luces a las computadoras, qué sé yo, cosas.
Como todos sabemos, la serie es japonesa, y yo pienso que los creadores de la serie estaban muy subiditos de tono cuando la hicieron. Ya se habían recuperado de la 2ª Guerra Mundial, Hiroshima y tal y ojo, que deciden hacer a Mazinger de un metal nuevo al que llaman japonio. Toma ya, japonio. Además, el centro de investigación, es básicamente el centro del Universo, en Japón, o eso nos van insinuando. Por cierto, se cree que ese edificio , que es secreto pero está al lado del monte Fuji, es un diseño de Calatrava. Hoy día se puede visitar la instalación en una visita guiada a través del impenetrable bosque nipón. Por supuesto, está lleno de grietas y goteras. Mazinger sale de una piscina. ¿Por qué? ¿Para esconderlo? Venga ya.Pero si es gigante, y cada paso que da retumba en la taiga. Además, cuando se junta con Afrodita A, saltan como percas y caen al suelo que retumba toda la placa tectónica, que está Japón como para bromear con terremotos.
A ver, más cosas. Koji, que es fanfarrón y va de machito, tiene una amiga de nombre con rima fácil, Sayaka. Sayaka está por los huesos del piloto, porque aunque le gustan los salvadores del mundo, le gustan más los tíos malos. Y él venga a demostrarlo desintegrando androides y derrapando con la moto. Ahí la sociedad no ha avanzado.

Los misiles son más largos que el sitio donde se guardan.
Antes hablaba de las frases típicas de la serie. Esas series si que marcaron época entre nosotros los niños varones de esa España de pana y rodilleras.”Planeador abajo”, con esa reverb que tanto emocionaba; “Puños fuera”, que imitábamos en los patios de colegio con un “fiuuuuu“, y “Pechos fuera” que tantas veces fue pronunciada fuera de la tele porque nunca la dijo la buena de Sayaka. Nunca la dijo, pero anda que sacar unos torpedos delas tetas tiene guasa, amigos animadores, que sois unos cachondos. Una cosa que me llamaba la atención entonces y a la que ahora sigo sin encontrar explicación es al ritmo al que fabricaban esos proyectiles, porque si tiras un puño/pecho y explota contra el objetivo, habrá que fabricar otro, y no dan abasto. No lo veo, la verdad.
Otra incongruencia es la siguiente. Todos los robots adversarios, semana tras semana, son de un tamaño similar al de Mazinger, y acaban siendo vencidos con mayor o menor dificultad. ¿Y qué hace el barón Ashler? Enarbolar un absurdo tridente, decir “me las pagarás, Mazinger Z” y chivarse al jefe. Y entonces Infierno fabrica más robots de igual tamaño. Coooño, hazlos más grandes, alma cándida.
En fin, lamento desmontar un mito, ya sabéis de qué va este blog. No obstante sigo disfrutando de la criatura, de ese robot calavera del primer capítulo, e inculcando a mi hijo los valores de la animación tradicional, por muchos años. Así que, ¡planeador arriba!